Seguro que alguna vez te has preguntado si se debe quitar la piel al pollo por motivos de salud. Con un intenso sabor, la piel del pollo contiene la mayor concentración de grasa. Pero retirarla podría tener un sentido más nutricional que de seguridad.
Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria no queda claro que eliminar la piel del pollo suponga mayores garantías. Si optamos por lavarla para evitar una posible contaminación microbiana, es conveniente seguir unos hábitos de higiene. Sin embargo, lavándola no evitamos el contagio. Se puede transmitir la bacteria en las manos, superficies de trabajo o la ropa a través de salpicaduras de las gotas de agua.
Al menos eso es lo que asegura la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido (FSA). Retirarla en un principio podría reducir el número de gérmenes, pero parece que tampoco es conveniente. Para el equipo de análisis podría favorecer que se contaminen los tejidos internos, o sea, la carne.
Los expertos británicos insisten en la importancia de otras medidas tal y como os contamos recientemente en nuestro post sobre cómo lavar el pollo antes de cocinarlo. Las más importantes, lavar los utensilios, la superficie y las manos antes y después de preparar la carne. No obstante, parece que la mejor solución para eliminar cualquier incidencia microbiana es cocinarlo muy bien. El pollo ‘poco hecho’ no es seguro.
Seguir unas prácticas adecuadas de cocción y de higiene resulta más eficaz que apartar o lavar la piel. Otra cosa es que una vez cocinado se retire porque ser una de las partes con más cantidad de grasa.
El problema del contagio desaparece con una buena cocción. Además, al hornear, cocer y asar a la parrilla esta corteza del pollo, te ayudará a preservar sus jugos naturales.
Si lo que te preocupa es su alto contenido calórico, debes saber que la piel de una pechuga de pollo solo añade al conjunto unas 50 calorías, sobre un total de unas 300.
Además de grasa, la piel también contiene características nutricionales destacables. Siempre hemos pensado que es la parte que más engorda. Ahora un equipo de la Universidad de Harvard lo desmiente. La grasa que contiene la piel no es grasa saturada, la que eleva lo niveles de colesterol. Es grasa instaurada buena para el corazón, baja la presión arterial y regula la producción de hormonas.
Además de tener un efecto saciante, ofrece omega 6 y omega 3, elementos esenciales para una salud cardiovascular. A tenor de estos estudios, y si queremos seguir los consejos de los expertos, lo mejor es cocinarla e incluso comerla, antes que retirarla.
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